Julio Verne escribió una larga serie de cuentos y novelas de aventuras. Calificado como un visionario, muchas de las fantasías del brillante novelista francés las vemos hoy materializadas (ejemplos como "De la Tierra a la Luna o "Veinte mil leguas de viaje submarino"), sin embargo hay una de sus historias que se encuentra basada en su totalidad en hechos reales. Esto se encarga de aclarar el mismo Verne al inicio de la novela a la que referimos: "Los amotinados de la Bounty". La historia de como un violento motín da lugar a una nueva civilización, en uno de los lugares mas inhóspitos de la tierra: las Islas Pitcairn. Si gustan de las novelas de aventuras o quizás han visto satisfecho su gusto por la fantasía con algún relato de marineros y piratas, la historia de estas islas los atrapará, con la saliente diferencia de que en esta oportunidad se trata de un relato veraz y con consecuencias que perduran hasta nuestros días.
Las Islas Pitcairn fueron descubiertas por primera vez por el navegante portugués Pedro Fernandez de Quiroz, quien al servicio de la corona española, recorrió en 1606 dos de las cuatro islas que componen este archipiélago ubicado en la Polinesia. Durante su estadía, los ibéricos pudieron constatar restos de alguna civilización oceánica, que hoy sabemos habitaron la zona entre los siglos XI y XV y que quizás por el colapso de la cercana isla de Mangareva (devastada a finales del siglo XV) con la que comerciaban, se vieron condenados a la desaparición.
Como muchos enclaves avistados por aquellos años, Pitcairn fue rápidamente olvidado debido a su escaso valor comercial y estratégico.
Las Islas Pitcairn, Henderson, Ducie y Oeno, como oficialmente se las conoce, fueron redescubiertas en 1767 por el buque inglés HMS Swallow, capitaneado por Phillip Carteret. Se las nombro de esta forma en honor al marinero Robert Pitcairn, el primero en avistar el archipiélago.
Hasta aquí la historia parece la de cualquier territorio colonizado durante el siglo XVI, sin embargo en 1790 una serie de sucesos dramáticos, darán un giro hacia lo novelesco, trayendo a la realidad alguna de aquellos cuentos fantásticos que citábamos al inicio.
El relato comienza en 1787. El 23 de diciembre de aquel año zarpó del puerto de Spithead el buque HMS Bounty, un barco adquirido por la Royal Navy para el transporte de cargas entres sus colonias. Con una tripulación de 44 hombres y comandado por el capitán William Bligh, el buque partió del estuario del Río Támesis con un objetivo claro: transportar una enorme carga de árboles de pan desde Tahití hasta las colonias en el Caribe, en donde estos servirían para mitigar la fuerte hambruna que padecían los esclavos de las plantaciones. La hoja de ruta marcaba que el navío debía atravesar el Cabo de Hornos para, así, rodear América y llegar hasta las islas de La Sociedad, en la Polinesia Francesa. Sin embargo, fuertes temporales y vientos que soplaban en contra de la dirección que debía tomar la nave, obligaron al Capitán Bligh a retornar al Atlántico, para, finalmente, fondear el 25 de octubre de 1788 en Tahití.
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| Retrato de William Bligh |
Esta no sería una simple parada para el HMS Bounty y su tripulación. La estacionalidad del árbol de pan, obligaba a los ingleses a permanecer cinco meses (Verne asegura que fueron seis) en la isla, a fin de aguardar el tiempo propicio para trasplantarlos.
El histórico motín del Bounty comienza a gestarse durante esta estadía. En Tahiti, los tripulantes, que venían siendo duramente sometidos por el implacable Capitán Bligh, encontraron la oportunidad de liberar todos sus instintos y satisfacer todos sus deseos. La amabilidad de los isleños, el paisaje paradisíaco y, sobre todo, la belleza de las mujeres locales, hicieron sentir a los marineros en un verdadero paraíso.
Enorme fue la decepción de la tripulación el 4 de abril de 1789 cuando, tras cargar 1501 arboles de pan, el Capitán Bligh obligó a todos a retornar a la nave y se echaron a la mar.
El descontento entre la tripulación ya era muy pronunciado y terminó por explotar cuando Bligh acusó a uno de sus hombres mas experimentados abordo, el oficial adjunto al segundo Fletcher Christian, de haber robado algunos víveres. Preso de la ira, Christian organizó junto a unos pocos miembros de la tripulación un motín. En la madrugada del 28 de abril, un grupo de hombres armados con mosquetes tomó por sorpresa al Capitán Bligh y sus segundos (Verne realiza una transcripción de los diálogos extraída de diarios de la Marina Inglesa) y lo despoja del mando del Bounty.
Luego de largas deliberaciones, Christian junto a sus pocos seguidores, deciden que la mejor opción es ubicar al derrocado Capitán en una chalupa (bote utilizado para desembarco) junto a sus hombres mas fieles y echarlos a la deriva. Un problema para los rebeldes fue haber sobredimensionado el alcance del motín. Mas de la mitad de la tripulación optó por subirse a la chalupa con su Capitán. Finalmente fueron dieciocho los tripulantes que acompañaron a Bligh, en un bote preparado para un máximo de diez. A los abandonados se les permitió llevar agua y comida para sólo cinco días, asi como también instrumentos necesarios para la navegación.
A las 8 de la mañana fueron abandonados en medio de océano, en cercanías de la Isla de Tofua. La odisea emprendida por el Cpaitan Bligh y sus hombres en esa pequeña lancha de 7 metros hasta llegar a la actual Malasia, constituye una de las hazañas mas maravillosas de la historia náutica, y en alguna entrada próxima nos adentraremos en esta epopeya casi inverosímil.
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| Rutas. En verde la ruta seguida por Bligh en la chalupa. En amarillo, la ruta del Bounty con Christian al mando. En rojo, la ruta original del Bounty al mando de Bligh. |
Christian tomó entonces el mando del HMS Bounty y puso proa finalmente hacia Tahiti, arribando al puerto de Matavai el 6 de junio de 1789. Su plan era claro, primero debería deshacerse de todos aquellos miembros de la tripulación que no estaban a favor de su rebelión, pero debieron permanecer en el Bounty a falta de espacio en la chalupa. En segundo lugar, el nuevo Capitán sabía que la Royal Navy emprendería, en cuanto tomara conocimiento de los hechos (en 1789 no había forma inmediata de comunicación posible), una caza a gran escala para dar con él y el navío secuestrado, por lo que debía conseguir asentarse junto a sus hombres en algún lugar recóndito o de difícil acceso.
Los amotinados escogieron la pequeña Isla de Tubuai. Un archipiélago rodeado, salvo por un pequeño canal, de arrecife de coral. Ideal para la defensa.
Christian decidió entonces, luego de fondear en Tahiti, recolectar víveres y sobre todo, bellas mujeres y hombres para trabajar la tierra. Engañando a los jefes locales con una supuesta amistad con el ya difunto Capitán Cook, el nuevo comandante del Bounty partió hacia Tubuai con mas de treinta hombres y mujeres tahitianos. Este fue su primer intento por establecer una comunidad nueva. Sin embargo, la mala relación con las comunidades autóctonas de la isla de Tubuai, provoco un conflicto sangriento que acabo con la vida de mas de sesenta hombres.
Los miembros del Bounty decidieron huir entonces hacia Tahiti nuevamente, a donde arribaron el 22 de septiembre. Allí los jefes locales se habían anoticiado de la muerte de Cook tiempo atrás, por lo que supieron que Christian los había engañado.
Ante el descontento local, el rebelde comandante decidió organizar una fiesta en el Bounty, la noche de su arribo. Hizo embarcar a un gran numero de mujeres tahitianas y, en medio de la noche, corto las amarras del buque y huyó nuevamente, dejando atrás a quince miembros de la tripulación que prefirieron probar suerte en Tahiti.
Muchos de aquellos hombres dejados en la isla fueron mas tardes capturados por las sucesivas misiones inglesas enviadas a recuperar el Bounty. Sin embargo, ninguno de ellos supo revelar a donde habían huido Christian y sus secuaces junto con su grupo de tahitianos secuestrados.
Veinticinco años pasaron sin tener noticia de lo ocurrido con el HMS Bounty, ¿se habría hundido?.
Las respuestas llegaron cuando en 1814 dos buques de guerra ingleses, que al mando del Capitán Staines se encontraban explorando Oceanía, divisaron la casi ignota isla de Pitcairn. Se conocían muy pocos datos de este archipiélago casi inexplorado, sin playa y con forma de cono rocoso. Por este motivo la sorpresa de Staines fue mayúscula cuando observó un pequeño bote aproximándose a la nave. Y casi se desvanece cuando uno de los nativos a bordo del mismo le pidió, en perfecto inglés, que le acercara la escalera para abordar.
La historia que este muchacho local contó al capitán, es lo que hace de Pitcairn un lugar mágico. De nombre Fletcher Christian, el joven aseguró ser el hijo del ya famoso rebelde. Sostuvo que su padre, junto a veintiocho tripulantes y sus rehenes, huyeron aquella tarde de Tahiti, hacia esta isla olvidada, que incluso tenía su posición cartografiada erróneamente. Al desembarcar, desguazaron el HMS Bounty y lo incendiaron.
Durante estos 25 años las disparidades entre la comunidad habían provocado fuertes choques, que concluyeron con todos los hombres tahitianos muertos. Para 1794, solo cuatro de los amotinados sobrevivían e incluso Christian había sido asesinado. Todo empeoró cuando uno de los marineros descubrió la forma de elaborar una bebida alcohólica a partir de una raíz local.
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| Adamstown. Imagen de la pequeña comunidad de Pitcairn. |
Para 1800, Jhon Adams era el ultimo de los amotinados del Bounty que sobrevivía. Junto a una docena de mujeres y mas de 20 niños.
El punto de quiebre, contó el joven hijo de Christian, llego en ese momento. Quizás la culpa, llevo a Adams, de entonces 36 años y cansado de la violencia y la muerte. a transformarse y empezar a trabajar para la pequeña comunidad. Utilizó algunos libros de la vieja biblioteca del Bounty para organizar lecciones para los niños y la Biblia para enseñar religión. Pronto devino en una suerte de rey Pitcairn. Para 1814, el año del redescubrimiento de la civilización de la isla, ya residían allí 46 adultos y una treintena de niños. Las reglas en la comunidad eran sencillas. No existía el dinero y todo allí se negociaba a través del intercambio. Cada hombre y mujer trabajaba para el bien común y los matrimonios se realizaban solo si el hombre podía proveer una porción de tierra desmontada para alimentar luego a su familia.
Sin saberlo, Adams cimentó las bases de una de las comunidades mas aisladas que aún sobreviven hasta nuestros días.
Pitcairn hoy
Hoy, doscientos años mas tarde, los descendientes de los amotinados del Bounty siguen poblando la isla. La comunidad alcanzó su pico de población con 233, pero un posible colapso por falta de recursos obligó a gran parte a emigrar a la Isla Norfolk (cuatro veces mayor).
Como Territorio Británico de Ultramar, las Islas Pitcairn, Henderson, Ducie y Oeno, se encuentran en observación bajo el Comité de Descolonización de la ONU.
Adamstown, el único asentamiento de Pitcarin, cuenta en la actualidad con una población de 43 personas (gran parte de su población emigra a Nueva Zelanda) y 10 profesionales extranjeros que se rotan para trabajar en el lugar. Existe una Iglesia de Adventistas del Séptimo Día (la que mas adeptos posee) y, como dato de color, ha sido, en 1838, el primer territorio en aceptar el sufragio femenino.
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| Hoy, Los descendientes de los amotinados siguen habitando la isla. |




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