En 1851, el ignoto escritor estadounidense Herman Melville publicaba una de mis obras literarias predilectas: Moby Dick. Una novela fundamental de la literatura universal. Una historia que desde muy pequeño me atrajo de forma casi magnética y que, recién en mi adolescencia, descubrí que estaba basada en gran parte en hechos reales.
El relato de la gran ballena, obsesión de un testarudo capitán de navío, está inspirado en la trágica historia del ballenero Essex y su cruce con un gigante cachalote.
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| El gigante. Dibujo expuesto en la Isla Mocha (CHI), cerca de donde merodeaba el gran cachalote que hundió al Essex. |
El Essex partió del puerto de Nantucket el 12 de agosto de 1819 en un viaje de aproximadamente dos años y medio hacia los bancos de ballenas en la costa de Sudamérica. Al mando del Capitán George Pollard (de 29 años, uno de los mas jóvenes en comandar un ballenero) y con Owen Chase (23) como segundo oficial, el buque tenía fama de ser "afortunado" y asi lo acreditaban sus asombrosas travesías de captura previas.
El método que estos balleneros empleaban para dar caza a los enormes mamíferos era el de utilizar pequeños botes reforzados (el Essex poseía 5 a bordo), en los cuales se ubicaban un grupo de arponeros que atrapaban a los animales. Una vez enganchadas, las ballenas arrastraban la pequeña lancha hasta cansarse y reflotar muertas o exhaustas. De esta forma, eran subidas a la cubierta del barco principal, donde se extraía del animal toda la grasa y carne útiles.
Apenas dos días después de haber zarpado del puerto de Nantucket, el Capitán Pollard y su tripulación se enfrentaron al primer escollo que les demostraría que este no sería un viaje más. Una repentina tormenta, de vientos huracanados e intensas lluvias, azotó la embarcación, provocando una inclinación que casi la hunde. Pasado el temporal el saldo para el Essex fue de un mástil inutilizable y tres de sus lanchas balleneras destruidas. Enfrentado al hecho de volver derrotado a casa, el Capitán decide continuar su viaje y, luego de un lento trayecto de cinco semanas gracias a las averías, logran rodear el Cabo de Hornos y alcanzar el ansiado banco de pesca del Pacifico Sur.
Los problemas para la tripulación se disiparon tras unas fructíferas semanas de pesca en las tranquilas aguas sudamericanas. Sin embargo, el banco comenzó a agotarse y el Essex todavía no había alcanzado su carga deseada de barriles de aceite. Fue en este momento que llegó a oídos de Pollard y Chase, la historia de un área de pesca con una colonia de ballenas "inagotable", un paraíso para los cazadores en donde podrían llenar las bodegas en tan sólo unos días de captura. Tan idílico paisaje presentaba al menos dos inconvenientes. El primero es que se encontraba en aguas "fuera de los límites", 4600 kilómetros al sudoeste de su posición, en una zona casi inexplorada. El segundo y el que más preocupaba a los jefes de la tripulación, era la fama de caníbales que tenían los habitantes de las numerosas islas que rodeaban el área.
La fiebre y codicia de Pollard y Chase pudo mas y decidieron poner proa hacía este misterioso lugar, realizando primero una parada para repostar en la Isla Charles, en las Galápagos. Dos hechos lamentables ocurrieron durante la estadía en este archipiélago. El primero fue la captura por parte de la tripulación del Essex de casi 400 tortugas autóctonas, que servirían como alimento. El segundo, tuvo como protagonista al marinero Thomas Chappel quien, buscando hacer una broma, prendió fuego a una mata de arbustos (en plena temporada de sequía) que desencadeno un feroz incendio. Algunos de los tripulantes debieron incluso saltar por entre las llamas para escapar hacia la seguridad del mar. El desastre fue tal que, una vez que el Essex dejó la isla, la nube de humo era visible en el horizonte desde cientos de kilómetros. El incendio provocado por Chappel fue tan importante, que se cree contribuyó de manera determinante en la extinción de la rara Tortuga Floreana.
Según los escritos de los tripulantes del Essex, el primer encuentro con un gigantesco cetáceo, se dió mientras navegaban fuera de las Galápagos. Owen Chase se encontraba reparando la lancha ballenera dañada durante el temporal, cuando de pronto observaron como un enorme cachalote (ellos estimaron con una longitud de 26 metros) se posaba, inmóvil, junto al buque . Segundos mas tarde el inmenso animal, blanco como la lana, se sumergió y comenzó a nadar a gran velocidad hacia la proa del Essex. Embistió con fiereza la embarcación en repetidas ocasiones, provocando un peligroso movimiento. En este punto fue cuando el experimentado Chase decidió intentar arponear al mamífero, pero estimó que debido a su gran tamaño y fuerza, mantenerlo atado al barco sólo supondría mas problemas.
El descomunal cachalote albino entonces se alejó, pero sólo para tomar más envión y finalmente asestar un golpe letal a la proa del Essex, provocando un enorme daño en el casco. El ballenero comenzó a hacer agua rápidamente y el Capitán Pollard ordenó entonces abandonar la nave.
Los 22 hombres de la tripulación embarcaron en las tres pequeñas lanchas de caza y pasaron los siguientes dos días rescatando todos los víveres posibles del naufragio. El Essex se hundió a 3700 kilómetros de la costa oeste de Sudamérica, en medio del Pacífico Sur. El territorio conocido mas cercano a su posición eran las Islas Marquesas (1900 kilómetros al oeste). Sin embargo, debido al temor generalizado a la presencia de caníbales, el Capitán decidió poner proa hacia la lejana Sudamérica. Para ello deberían los botes aprovechar los vientos y navegar hacia el sur (unos 1600 kilómetros) para, una vez allí, utilizar los fuertes Vientos del Oeste y navegar otros 4800 kilómetros hacia Sudamérica.
En este punto comienza quizás la mayor odisea de un naufragio jamas documentada. Los pequeños botes de caza no estaban preparados para largas estadías en el mar, por lo que ni bien comenzaron su viaje comenzaron a presentar problemas de flotabilidad y entrada de agua. Los víveres de los que disponían los 22 náufragos eran sumamente escasos. Además, la mayor parte de la comida que habían rescatado del Essex se había mojado, por lo que estaba sumamente salada, algo que sólo contribuyo a aumentar la sed de la tripulación. En tan solo dos semanas los hombres ya habían consumido todas las raciones de esta comida contaminada y, ante la desesperación, habían comenzado a beber su propia orina.
Apenas horas después de que los primeros marineros comenzaran a morir de sed, los pequeños botes tocaron tierra en la Isla Henderson, en el territorio de las Islas Pitcairn, aquel maravilloso enclave al que ya nos hemos referido. De hecho, de haber anclado 167 kilómetros mas al sudoeste, los náufragos del Essex hubiesen recibido la ayuda de los amotinados del HMS Bounty, que ya poblaban Pitcairn.
Los sobrevivientes hallaron en Henderson una limitada fuente de agua potable y se alimentaron a base de aves, huevos, cangrejos y algunas plantas. Sin embargo, transcurrida una semana de su arribo, los hambrientos marineros ya habían agotado los recursos que ofrecía la pequeña isla. El 26 de diciembre decidieron finalmente abandonar el archipiélago antes de morir de hambre y sed.
El 27 de diciembre de 1920, los sobrevivientes del Essex abordaron sus lanchas, cargaron todos los huevos, aves, cangrejos y agua que encontraron y emprendieron una nueva travesía hacía la Isla de Pascua. Tres hombres Seth Weeks, William Wright y Thomas Chappel (aquel que incendio la Isla Charles) decidieron no arriesgarse y permanecer en la Isla Henderson. Owen Chase les prometió antes de zarpar que cuando llegaran a puerto, enviaría una misión a rescatarlos.
Pasados solo tres días de navegación, los tripulantes ya habían consumido todas las reservas de comida y solo disponían de una ínfima reserva de pan, resabio de lo rescatado del naufragio.
Llegado el 4 de enero de 1921, los náufragos advirtieron que el viento los había arrastrado demasiado hacia el sur, haciendo ya imposible tocar tierra en la Isla de Pascua. Pollard y Chase deciden entonces intentar poner proa hacia la isla de Mas a Tierra (hoy renombrada Robinson Crusoe, en honor a la novela homónima, basada en el naufrago escoces que habito en solitario el archipiélago durante 4 años). La odisea representaba un derrotero de nada menos que otros 2925 kilómetros navegando a través del peligroso Mar del Sur.
Ante la falta de comida y agua, uno a uno los hombres a bordo de las barcazas fueron muriendo.
El 11 de junio, luego de una fuerte marejada, los botes se separaron. El de Owen Chase siguió a la deriva en solitario, mientras que el del capital Pollard y el comandado por Hendricks, pudieron mantenerse juntos sólo un día más.
Al separarse de la de Pollard nunca mas se supo de la embarcación de Hendricks. Tiempo después un bote muy similar fue hallado en las costas de la Isla Ducie (Pitcairn) con tres esqueletos a bordo. Si bien los restos nunca fueron debidamente identificados, puede asumirse que pertenecen a los marineros del Essex.
Los hombres al mando de Chase, habiendo ya agotado sus suministros tomaron una decisión determinante el 8 de febrero, día en que el marinero Isaac Cole falleció de inanición a bordo de la lancha. Sin ningún otro recurso disponible, los náufragos comenzaron a consumir el cuerpo de su malogrado compañero. Sin embargo, para el 15 de febrero otra vez el alimento se agotó. Tres días después y casi sin ningún otra esperanza mas que la de sacrificar a algún sobreviviente, la pequeña lancha de Owen Chase, fue rescatada de las aguas del Pacifico Sur por el ballenero Indian. Sólo tres hombres habían sobrevivido a la odisea: Thomas Nickerson, Benjamin Lawrence y el propio Chase.
El bote al mando del Capitan Pollard, corrió aún con menos suerte que el de Chase. Entre el 20
(día en que agotaron sus suministros) y el 27 de enero de 1921, 4 miembros de la tripulación de la pequeña embarcación murieron (a pesar de que ya habían comenzado a comer los cuerpos de los fallecidos). Para el 1 de febrero, el alimento se había agotado nuevamente y la situación se volvió crítica. Se determinó que se haría un sorteo para elegir quien debía morir (aún conservaban un arma con balas). El elegido fue nada menos que el joven Owen Coffin (17), sobrino del Capitán. A pesar del dolor de Pollard y tras otro sorteo para determinar el ejecutor, Charles Ramsell disparó contra el joven Coffin. Los otros tres tripulantes consumieron su cuerpo para sobrevivir, pero para el 11 de febrero otro mas (Ray) murió. Llegado el 23 de febrero y ya sin ninguna fuente de alimento, el bote con sólo Pollard y Ramsell a bordo fue rescatado por el ballenero Dauphin muy cerca de la costa de Chile. Habían permanecido 93 días a la deriva y estaban casi inconscientes (a tal punto que sólo notaron al Dauphin una vez que su bote choco contra el casco del gran navío). Los dos últimos sobrevivientes habían subsistido royendo los huesos de Coffin y Ray.
Tanto Chase como Pollard insistieron, al ser rescatados, en enviar ayuda para aquellos hombres que habían permanecido en la Isla Henderson. El buque mercante Surrey, fue enviado en esa misión y para sorpresa de todos, Seth Weeks, William Wright y Thomas Chappel fueron rescatados con vida, aunque al borde de morir de inanición.
El legado de la historia del Essex es incalculable. La principal muestra de este impacto es la ya mencionada novela Moby Dick. El autor Herman Melville basó este cuento de aventuras en los relatos nada menos que de Thomas Nickerson, aquel joven sobreviviente en el bote de Chase.
El hundimiento y naufragio del Essex combina al menos tres historias que parecen salidas de un libro de ficción. En primer lugar, la increíble fuerza natural de un gigante cachalote, que logra hundir a uno de los mas excelsos buques balleneros. En segundo lugar, la odisea descomunal que siguió al naufragio, en la que cinco hombres lograron sobrevivir a casi 100 días de navegación a la deriva, apiñados en pequeños botes, en el océano mas grande de la Tierra. Por ultimo, la pequeña proeza de aquellos tres que permanecieron en la Isla Henderson, que supieron aguardar pacientemente y rebuscarse para pasar sus días en un diminuto territorio inhóspito y muy hostil.
La historia del ballenero Essex y su tripulación representa una de las proezas mas maravillosas de la historia náutica mundial. Y asi hayan pasado mas de 200 años de análisis y testimonios, sigue pareciendo una novela aun mas inverosímil que aquella escrita por Herman Melville.
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| Essex. Descripción manuscrita de la embarcación. Expuesta en el Whailing Museum de Nantucket. |
Los problemas para la tripulación se disiparon tras unas fructíferas semanas de pesca en las tranquilas aguas sudamericanas. Sin embargo, el banco comenzó a agotarse y el Essex todavía no había alcanzado su carga deseada de barriles de aceite. Fue en este momento que llegó a oídos de Pollard y Chase, la historia de un área de pesca con una colonia de ballenas "inagotable", un paraíso para los cazadores en donde podrían llenar las bodegas en tan sólo unos días de captura. Tan idílico paisaje presentaba al menos dos inconvenientes. El primero es que se encontraba en aguas "fuera de los límites", 4600 kilómetros al sudoeste de su posición, en una zona casi inexplorada. El segundo y el que más preocupaba a los jefes de la tripulación, era la fama de caníbales que tenían los habitantes de las numerosas islas que rodeaban el área.
La fiebre y codicia de Pollard y Chase pudo mas y decidieron poner proa hacía este misterioso lugar, realizando primero una parada para repostar en la Isla Charles, en las Galápagos. Dos hechos lamentables ocurrieron durante la estadía en este archipiélago. El primero fue la captura por parte de la tripulación del Essex de casi 400 tortugas autóctonas, que servirían como alimento. El segundo, tuvo como protagonista al marinero Thomas Chappel quien, buscando hacer una broma, prendió fuego a una mata de arbustos (en plena temporada de sequía) que desencadeno un feroz incendio. Algunos de los tripulantes debieron incluso saltar por entre las llamas para escapar hacia la seguridad del mar. El desastre fue tal que, una vez que el Essex dejó la isla, la nube de humo era visible en el horizonte desde cientos de kilómetros. El incendio provocado por Chappel fue tan importante, que se cree contribuyó de manera determinante en la extinción de la rara Tortuga Floreana.
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| El segundo al mando. Imagen del primer oficial Owen Chase en su vejez. |
Según los escritos de los tripulantes del Essex, el primer encuentro con un gigantesco cetáceo, se dió mientras navegaban fuera de las Galápagos. Owen Chase se encontraba reparando la lancha ballenera dañada durante el temporal, cuando de pronto observaron como un enorme cachalote (ellos estimaron con una longitud de 26 metros) se posaba, inmóvil, junto al buque . Segundos mas tarde el inmenso animal, blanco como la lana, se sumergió y comenzó a nadar a gran velocidad hacia la proa del Essex. Embistió con fiereza la embarcación en repetidas ocasiones, provocando un peligroso movimiento. En este punto fue cuando el experimentado Chase decidió intentar arponear al mamífero, pero estimó que debido a su gran tamaño y fuerza, mantenerlo atado al barco sólo supondría mas problemas.
El descomunal cachalote albino entonces se alejó, pero sólo para tomar más envión y finalmente asestar un golpe letal a la proa del Essex, provocando un enorme daño en el casco. El ballenero comenzó a hacer agua rápidamente y el Capitán Pollard ordenó entonces abandonar la nave.
Los 22 hombres de la tripulación embarcaron en las tres pequeñas lanchas de caza y pasaron los siguientes dos días rescatando todos los víveres posibles del naufragio. El Essex se hundió a 3700 kilómetros de la costa oeste de Sudamérica, en medio del Pacífico Sur. El territorio conocido mas cercano a su posición eran las Islas Marquesas (1900 kilómetros al oeste). Sin embargo, debido al temor generalizado a la presencia de caníbales, el Capitán decidió poner proa hacia la lejana Sudamérica. Para ello deberían los botes aprovechar los vientos y navegar hacia el sur (unos 1600 kilómetros) para, una vez allí, utilizar los fuertes Vientos del Oeste y navegar otros 4800 kilómetros hacia Sudamérica.
En este punto comienza quizás la mayor odisea de un naufragio jamas documentada. Los pequeños botes de caza no estaban preparados para largas estadías en el mar, por lo que ni bien comenzaron su viaje comenzaron a presentar problemas de flotabilidad y entrada de agua. Los víveres de los que disponían los 22 náufragos eran sumamente escasos. Además, la mayor parte de la comida que habían rescatado del Essex se había mojado, por lo que estaba sumamente salada, algo que sólo contribuyo a aumentar la sed de la tripulación. En tan solo dos semanas los hombres ya habían consumido todas las raciones de esta comida contaminada y, ante la desesperación, habían comenzado a beber su propia orina.
Apenas horas después de que los primeros marineros comenzaran a morir de sed, los pequeños botes tocaron tierra en la Isla Henderson, en el territorio de las Islas Pitcairn, aquel maravilloso enclave al que ya nos hemos referido. De hecho, de haber anclado 167 kilómetros mas al sudoeste, los náufragos del Essex hubiesen recibido la ayuda de los amotinados del HMS Bounty, que ya poblaban Pitcairn.
Los sobrevivientes hallaron en Henderson una limitada fuente de agua potable y se alimentaron a base de aves, huevos, cangrejos y algunas plantas. Sin embargo, transcurrida una semana de su arribo, los hambrientos marineros ya habían agotado los recursos que ofrecía la pequeña isla. El 26 de diciembre decidieron finalmente abandonar el archipiélago antes de morir de hambre y sed.
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| Henderson. Imagen de la costa de la isla donde los náufragos encontraron refugio. |
El 27 de diciembre de 1920, los sobrevivientes del Essex abordaron sus lanchas, cargaron todos los huevos, aves, cangrejos y agua que encontraron y emprendieron una nueva travesía hacía la Isla de Pascua. Tres hombres Seth Weeks, William Wright y Thomas Chappel (aquel que incendio la Isla Charles) decidieron no arriesgarse y permanecer en la Isla Henderson. Owen Chase les prometió antes de zarpar que cuando llegaran a puerto, enviaría una misión a rescatarlos.
Pasados solo tres días de navegación, los tripulantes ya habían consumido todas las reservas de comida y solo disponían de una ínfima reserva de pan, resabio de lo rescatado del naufragio.
Llegado el 4 de enero de 1921, los náufragos advirtieron que el viento los había arrastrado demasiado hacia el sur, haciendo ya imposible tocar tierra en la Isla de Pascua. Pollard y Chase deciden entonces intentar poner proa hacia la isla de Mas a Tierra (hoy renombrada Robinson Crusoe, en honor a la novela homónima, basada en el naufrago escoces que habito en solitario el archipiélago durante 4 años). La odisea representaba un derrotero de nada menos que otros 2925 kilómetros navegando a través del peligroso Mar del Sur.
Ante la falta de comida y agua, uno a uno los hombres a bordo de las barcazas fueron muriendo.
El 11 de junio, luego de una fuerte marejada, los botes se separaron. El de Owen Chase siguió a la deriva en solitario, mientras que el del capital Pollard y el comandado por Hendricks, pudieron mantenerse juntos sólo un día más.
Al separarse de la de Pollard nunca mas se supo de la embarcación de Hendricks. Tiempo después un bote muy similar fue hallado en las costas de la Isla Ducie (Pitcairn) con tres esqueletos a bordo. Si bien los restos nunca fueron debidamente identificados, puede asumirse que pertenecen a los marineros del Essex.
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| Odisea. Las rutas tomadas tanto por el Essex, como por los botes luego del naufragio. |
Los hombres al mando de Chase, habiendo ya agotado sus suministros tomaron una decisión determinante el 8 de febrero, día en que el marinero Isaac Cole falleció de inanición a bordo de la lancha. Sin ningún otro recurso disponible, los náufragos comenzaron a consumir el cuerpo de su malogrado compañero. Sin embargo, para el 15 de febrero otra vez el alimento se agotó. Tres días después y casi sin ningún otra esperanza mas que la de sacrificar a algún sobreviviente, la pequeña lancha de Owen Chase, fue rescatada de las aguas del Pacifico Sur por el ballenero Indian. Sólo tres hombres habían sobrevivido a la odisea: Thomas Nickerson, Benjamin Lawrence y el propio Chase.
El bote al mando del Capitan Pollard, corrió aún con menos suerte que el de Chase. Entre el 20
(día en que agotaron sus suministros) y el 27 de enero de 1921, 4 miembros de la tripulación de la pequeña embarcación murieron (a pesar de que ya habían comenzado a comer los cuerpos de los fallecidos). Para el 1 de febrero, el alimento se había agotado nuevamente y la situación se volvió crítica. Se determinó que se haría un sorteo para elegir quien debía morir (aún conservaban un arma con balas). El elegido fue nada menos que el joven Owen Coffin (17), sobrino del Capitán. A pesar del dolor de Pollard y tras otro sorteo para determinar el ejecutor, Charles Ramsell disparó contra el joven Coffin. Los otros tres tripulantes consumieron su cuerpo para sobrevivir, pero para el 11 de febrero otro mas (Ray) murió. Llegado el 23 de febrero y ya sin ninguna fuente de alimento, el bote con sólo Pollard y Ramsell a bordo fue rescatado por el ballenero Dauphin muy cerca de la costa de Chile. Habían permanecido 93 días a la deriva y estaban casi inconscientes (a tal punto que sólo notaron al Dauphin una vez que su bote choco contra el casco del gran navío). Los dos últimos sobrevivientes habían subsistido royendo los huesos de Coffin y Ray.
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| El mas joven. Imagen de Thomas Nickerson de adulto. Era el mas joven a bordo del Essex. |
Tanto Chase como Pollard insistieron, al ser rescatados, en enviar ayuda para aquellos hombres que habían permanecido en la Isla Henderson. El buque mercante Surrey, fue enviado en esa misión y para sorpresa de todos, Seth Weeks, William Wright y Thomas Chappel fueron rescatados con vida, aunque al borde de morir de inanición.
El legado de la historia del Essex es incalculable. La principal muestra de este impacto es la ya mencionada novela Moby Dick. El autor Herman Melville basó este cuento de aventuras en los relatos nada menos que de Thomas Nickerson, aquel joven sobreviviente en el bote de Chase.
El hundimiento y naufragio del Essex combina al menos tres historias que parecen salidas de un libro de ficción. En primer lugar, la increíble fuerza natural de un gigante cachalote, que logra hundir a uno de los mas excelsos buques balleneros. En segundo lugar, la odisea descomunal que siguió al naufragio, en la que cinco hombres lograron sobrevivir a casi 100 días de navegación a la deriva, apiñados en pequeños botes, en el océano mas grande de la Tierra. Por ultimo, la pequeña proeza de aquellos tres que permanecieron en la Isla Henderson, que supieron aguardar pacientemente y rebuscarse para pasar sus días en un diminuto territorio inhóspito y muy hostil.
La historia del ballenero Essex y su tripulación representa una de las proezas mas maravillosas de la historia náutica mundial. Y asi hayan pasado mas de 200 años de análisis y testimonios, sigue pareciendo una novela aun mas inverosímil que aquella escrita por Herman Melville.
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| Homenaje. Placa conmemorativa ubicada en la puerta de la antigua casa de Pollard en Nantucket. |



















